Queremos compartir una convicción—el ser humano necesita recuperar su dimensión espiritual— y una intuición—la espiritualidad franciscana, en cuanto intuición de lo esencial del Evangelio, puede tener algo que decir en este tiempo de desorientación.

Vivimos tiempos difíciles y de grandes paradojas. Tenemos a nuestra disposición posibilidades, comodidades y adelantos tecnológicos ni siquiera imaginados hace sólo unas décadas. Sin embargo, vivimos en un mundo con grandes desorientaciones: crisis económicas, sociales, ecológicas y políticas, pobreza, exclusión, marginación, violencia, crisis de sentido… Medio mundo se muere de hambre y sed, y podría alimentarse con lo que sobra al otro medio.

Nuestra sociedad parece que ha optado por buscar la felicidad y el sentido de la existencia en los valores más materiales e individualistas de la técnica, el consumo, el poder, el control, la seguridad, el éxito, el dinero… Los valores más inmateriales como la espiritualidad, la cultura, la ética, la naturaleza, el amor, la solidaridad…quedan en un alejado segundo plano. Sin embargo, la desorientación personal y social permanece y crece.

Todas o la inmensa mayoría de las personas compartimos una inconformidad existencial que tiene que ver con la necesidad de buscar un sentido a la vida. La experiencia demuestra que esta inquietud no se calma con el analgésico de los valores materiales, necesita ser tratada con los valores del espíritu. Pensar que la felicidad interior de cada persona o de la sociedad tiene que ver exclusivamente con la dimensión material de la vida, con lo que tenemos, acumulamos y controlamos, es una falsa xpectativa.

No se trata de despreciar la importancia de los valores materiales, pero sí de resituarlos y precisar que, si éstos son concebidos como fin y no como medio, deshumanizan la vida y la convivencia. Dejan de estar al servicio de la persona y de la sociedad, para convertirse en un valor absoluto que les pone a su servicio, provocando desorientación y pérdida de identidad. Los valores materiales necesitan un fundamento de valores humanistas que tienen que ser trabajados con nuestra sensibilidad más interior y espiritual.

Sabemos que esta reflexión se posiciona a contracorriente del mundo actual. No importa. Queremos poner un contrapunto, un contrapeso en esta situación. Queremos decir claramente que el ser humano necesita recuperar su dimensión espiritual. Y tenemos una intuición que queremos compartir abiertamente: creemos que la espiritualidad franciscana, en cuanto intuición de lo esencial del Evangelio, puede tener algo que decir en este tiempo de desorientación.

Éstas son las ideas que nos han reunido a un grupo de laicos y de franciscanos para promover desde Arantzazu la Red Asís. No se trata de ninguna organización o grupo nuevo, ni de asistir a reuniones o participar en debates, ni de pagar ninguna cuota. Sólo necesitamos estar comunicados mediante una dirección de correo electrónico o postal. Simplemente, se trata de compartir, cada uno desde donde esté y haciendo lo que hace, una experiencia personal de búsqueda espiritual en torno a unos pocos principios.

Queremos recorrer un camino abierto y diverso entre personas que, en un grado o en otro puedan intuir el valor de la espiritualidad franciscana como compañera del propio camino de búsqueda personal o de vivencia de la fe en la vida cotidiana. En este recorrido compartido, cada persona, según su momento vital, decide desde dónde quiere empezar este camino, hasta dónde quiere llegar y a qué ritmo quiere caminar. La Red Asís es, por tanto, una red para personas que quieren conocer o compartir el valor de la espiritualidad franciscana, como intuición de lo esencial del Evangelio, para la vida cotidiana. Este documento trata de explicar en qué consiste la propuesta de la Red Asís y es una invitación a vivir la experiencia que sugiere.