Desde siempre se ha atribuido a Francisco el don de haber sabido leer en su momento histórico lo nuclear del evangelio de Jesús. Se le ha considerado una puerta de acceso y de acercamiento a Jesús. Por eso creemos que también hoy tiene mucha actualidad y puede ayudarnos en este momento histórico, convulso como el suyo, a acercarnos a Jesús y a los valores nucleares del evangelio para encontrar allí el sentido  profundo  que Francisco encontró. Tenemos la convicción de que la espiritualidad franciscana es una relectura de lo cristiano que puede darnos luces en nuestras diversas búsquedas personales. Por tanto, se la considera, no como un fin en sí misma, sino como camino para facilitar una comprensión actual de la fe cristiana o para profundizar en ella.

La espiritualidad franciscana nos remite a la vida de Francisco de Asís y al significado que ha tenido en la historia del franciscanismo. Quisiéramos resumir en este apartado algunas claves de espiritualidad franciscana. Lo queremos hacer de una manera muy sintética y con lenguaje actual. Por eso, este resumen no tiene pretensiones de exhaustividad ni de interpretación científica. Son simplemente unos apuntes introductorios que persiguen sugerir la vigencia y actualidad del mensaje de Francisco de Asís, ocho siglos después. Francisco de Asís es mucho más de lo que aquí se expresa; pero conocerlo de una manera más profunda es uno de los alicientes de este camino que ahora se inicia.

1.1. La búsqueda personal del Absoluto

“¿Quién eres tú, Dios, y quién soy yo?”. Francisco fue un hombre de búsquedas y preguntas que le llevaron al encuentro y la relación personal con Dios. “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”. En este proceso de preguntas y búsquedas va intuyendo que su camino es ser seguidor de Jesús y de su Palabra evangélica. La espiritualidad franciscana implica una voluntad de relación incesante y personalizada con Dios y de seguimiento de la vida de Jesús mediante la escucha y lectura de su Palabra.

1.2. La humildad

La humildad en la vida de Francisco se plasma en diferentes movimientos: humildad ante Dios, pobreza espiritual; humildad ante uno mismo para conocerse verdaderamente; y humildad con los otros: minoridad como comunión de vida. Renuncia, en definitiva, a toda pretensión de poder espiritual o material. La espiritualidad franciscana es interpelación que nos invita a afrontar la vida y nuestras dificultades y posibilidades desde un profundo sentido de la humildad, es decir, desde la conciencia de nuestra verdadera limitación. Nos invita a ser pobres, conscientes de nuestra verdad y menores como itinerario de autenticidad espiritual, personal, vital y convivencial.

1.3. La solidaridad

Francisco encuentra en Dios el sumo bien. Tanto amor no se puede esconder. Es para agradecerlo y compartirlo. El regalo de Dios se convierte en empeño a favor de los otros, nos hace ser mensajeros de la paz y el bien. Poder anunciar a cada hombre y a cada mujer que “Tú también eres amado por Dios” y no sólo decírselo, sino plasmar con nuestro comportamiento una solidaridad humana que le permita comprobarlo. La espiritualidad franciscana en la vida concreta de cada persona es vivencia agradecida y humilde de entrega, compromiso, generosidad y altruismo con los otros, especialmente con los últimos. El franciscanismo es expresión de los resortes ocultos en los que anida la bondad de cada hombre y cada mujer, y es anuncio de la paz y el bien que Dios nos ofrece.

1.4. La fraternidad

Vivir la fraternidad es una clave central en el itinerario de Francisco de Asís. Fraternidad en la propia orden: “ninguno tenga potestad o dominio sobre los demás”; fraternidad con la iglesia, para vivir la comunión eclesial; y fraternidad universal: la creación, los seres humanos, el mundo, la naturaleza, las dificultades, la alegría… todo se vuelve fraternidad. Buscando a Dios se encuentra con un nuevo corazón. Aprende a mirar todo con los ojos y la mirada de Jesús. La espiritualidad franciscana es una vocación de apertura a esa nueva mirada fraterna y no violenta con la dignidad humana de cada persona y con todo lo que nos rodea.