Octubre de 2020 Número 144
Principio 4. Vida cotidiana: Hacia fuera, solidaridad
Estamos en el mes de octubre, mes franciscano con la fiesta de nuestro santo y la celebra-ción del Espíritu de Asís, donde se recuerda el encuentro mundial de las diversas religiones para orar por la paz. Es el mes del encuentro entre diferentes.
Que San Francisco y Santa Clara de Asís nos ayuden a vivir siendo uno con Dios y a vivir como hermanos, hermanas entre los diferentes.
Tema de reflexión
Hermanos, hermanas diferentes
Vivimos en una sociedad cada vez más plural. La pluralidad se vive en la cultura, en la procedencia, en la religión, en la ideología... En la misma comunidad eclesial se dan diferentes modos de vivir la fe y de pertenencia a la Iglesia. Estamos llamados a vivir con los diferentes, y decimos que todos somos hermanos. Es fácil pensar y decir que todos somos iguales en dignidad, pero la convivencia se hace dificultosa en la realidad diaria.
Por ello, con la mejor buena voluntad intentamos encontrar los mínimos comunes que nos igualan, y sobre ellos construir los modos de convivencia: tenemos necesidades parecidas, aspiramos a un modo de vida digno, utilizamos los mismos espacios públicos, tenemos las mismas escuelas, etc. Pero todo ello, no disuelve la conciencia de la propia identidad de fe, por ejemplo. ¿Cómo se vive en la igualdad social y en la diferencia de fe?
Es un aprendizaje largo pero fructífero el convivir con hermanos diferentes. Se requiere abrir el horizonte de nuestras verdades más allá de lo ideológico, de lo que nuestra manera de pensar ofrece; se requiere elevar nuestra mirada más allá de nuestras esperanzas, de las concreciones a las que esperamos llegar; se requiere abrir el horizonte más allá de nuestros amores, de los rostros que habitan nuestro corazón.
Así, nuestro ser hermanos, hermanas, se ensanchará más allá del círculo conocido y controlado. A ello nos invita Jesús cuando habla de amar a los enemigos, a los que nos persiguen, a los que son menos que nosotros, etc. Amar al que no es igual, al diferente. Ser hermano, ser hermana es una aventura hacia el infinito, pero que se con-creta en personas de carne y hueso. Es un signo concreto del Reino de Jesús entre nosotros hoy.
Texto Bíblico: 1 Cor 12,14-20
Por su parte, el cuerpo no está compuesto de un solo miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: “Co-mo no soy mano, no soy del cuerpo”. Y si el oído dijera: “Como no soy ojo, no soy del cuerpo”, ¿de-jaría por esto de pertenecer al cuerpo? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo podría oír? Y si todo fuera oído, ¿cómo podría oler? Con razón Dios ha dispuesto cada uno de los miembros en el cuerpo como le pareció conveniente. Pues si todo se redujese a un miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Por eso, aunque hay muchos miembros, el cuerpo es uno.
Espiritualidad franciscana
El bienaventurado Padre, decía que sería buen hermano menor aquel que conjuntara la vida y cualidades de estos santos hermanos, a saber, la fe del hermano Bernardo, que con el amor a la pobreza la poseyó en grado perfecto; la sencillez y pureza del hermano León, que fue varón de altísima pureza; la cortesía del hermano Ángel, que fue el primer caballero que vino a la Orden y estuvo adornado de toda cortesía y benignidad; la presencia agradable y el porte natural, jun-to con la conversación elegante y devota, del hermano Maseo; la elevación de alma por la con-templación, que el hermano Gil tuvo en sumo grado; la virtuosa y continua oración del her-mano Rufino, que oraba siempre sin interrupción, pues, aun durmiendo o haciendo algo, esta-ba siempre con su mente fija en el Señor; la paciencia del hermano Junípero, que tenía siempre ante sus ojos, y por el supremo deseo de imitar a Cristo en el camino de cruz; la caridad del hermano Rogerio, cuya vida toda y comportamiento estaban saturados en fervor de caridad; la solicitud del hermano Lúcido, que fue en ella incansable; no quería estar ni por un mes en el mismo lugar, pues, cuando le iba gustando estar en él, luego salía, diciendo: “No tenemos aquí la morada, sino en el cielo” (EspPer 85).
Oración
Señor, que vea...
...que vea tu rostro en cada esquina.
Que vea reír al desheredado,
con risa alegre y renacida.
Que vea encenderse la ilusión
en los ojos apagados
de quien un día olvidó soñar y creer.
Que vea los brazos que,
ocultos, pero infatigables,
construyen milagros
de amor, de paz, de futuro.
Que vea oportunidad y llamada
donde a veces sólo hay bruma.
Que vea cómo la dignidad recuperada
cierra los infiernos del mundo.
Que en otro vea a mi hermano,
en el espejo, un apóstol
y en mi interior te vislumbre.
Porque no quiero andar ciego,
perdido de tu presencia,
distraído por la nada...
equivocando mis pasos
hacia lugares sin ti.
Señor, que vea...
...que vea tu rostro en cada esquina.
José María Rodríguez Olaizola, sj
Epílogo de la Carta
La convivencia es un trabajo costoso de comprensión y generosidad constantes, en donde no se puede bajar la guardia (Enrique Rojas)
Evangelio diario del mes de octubre de 2020
Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes de octubre:
1 Lc 10, 1-12 / 2 Lc 10, 13-16 / 3 Lc 10, 17-24 / 4 Mt 21, 33-43 / 5 Mt 7, 7-11 / 6 Lc 1o, 38-42 / 7 Lc 11, 1-4 / 8 Lc 11,5-13 / 9 Lc 11,15-26 / 10 Lc 11, 27-28 / 11 Mt 22, 1-14 / 12 Lc 11, 27-28 / 13 Lc 11, 37-41 / 14 Lc 11,42-46 / 15 Mt 11,25-30 / 16 Lc 12, 1-7 / 17 Lc 12, 8-12 / 18 Mt 22, 15-21 / 19 Lc 12, 13-21 / 20 Lc 12, 35-38 / 21 Lc 12, 39-48 / 22 Lc 12, 49-53 / 23 Lc 12, 54-59 / 24 Lc 13, 1-9 / 25 Mt 22, 34-40 / 26 Lc 13, 1o-17 / 27 Lc 13, 18-21 / 28 Lc 6, 12-19 / 29 Lc 13, 31-35 / 30 Lc 14, 1-6 / 31 Lc 14, 1.7-11
La oración en común de este mes de octubre será el día 24 a las 19:30