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Febrero de 2020  Número 136

Principio 4. Compartir este camino, vivir la fraternidad

El Papa Francisco nos ha recordado recientemente que no nos salvamos solos sino juntos. Porque Dios nos quiere como a hijos e hijas pero no a solas sino en hermandad. Por eso nos pregunta como a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” Jesús mismo nos recordó que “lo que hagáis a uno de estos, a mí me lo hacéis.”

Tema de reflexión

Reciprocidad

Vivimos en una cultura de la igualdad, al menos en teoría. Ciertamente, nunca se da la igualdad absoluta pero valoramos mucho todo lo que la garantice; que no haya algunos con ventajas a costa de los demás. Esto lo vivimos sobre todo en el ámbito social. En cambio, en terrenos más personales como en la familia, entre los amigos, en la fraternidad la igualdad adquiere otras modulaciones que la hacen algo diversa. No se prima una igualdad fría, racional, totalmente equilibrada donde se nivelan las diferencias sociales, no. Lo que adquiere primacía es la relación interpersonal porque ahí nos jugamos gran parte de nuestra vida.

Así, la igualdad adquiere el modo de la reciprocidad. Es ese modo de relación donde se da y se recibe de continuo, se pide y se agradece lo recibido. Es ese tipo de relación donde se pone en juego lo que cada uno es, no sólo lo que se tiene. Supone además un ejercicio de querer jugar limpio, de continua con versión.

Hay muchos peligros que la amenazan: el resentimiento, atender solo al propio interés, rivalidad, necesidad de prestigio... Es tan fácil caer en el juicio comparativo, en la murmuración, en las discusiones por ver quién tiene la razón, en la reivindicación de derechos... y todo por encima de la misma relación. Hay también otro peligro, pero en otro sentido: que unos se autoafirmen saliendo siempre ganadores de la situación, mientras que otros, los buenos, salen perdiendo, negándose a sí mismos.

Esta reciprocidad tiene un ingrediente que no puede faltar: el amor, el amor de entrega, el amor que sabe de callar, de cuidar; amor que sabe aguantar, agradecer, entender al hermano, a la hermana. Ese amor también sabe de hablar, de verbalizar humildemente las necesidades y de pedir. Ese amor es circular, recíproco..

Texto bíblico: Ef 4,25-32

Por tanto, desterrad la mentira: que cada uno diga la verdad a su prójimo, ya que somos miembros los unos de los otros. Si os dejáis llevar de la ira, que no sea hasta el punto de pecar y que vuestro enojo no dure más allá de la puesta del sol. Que no salgan de vuestra boca palabras groseras; si algo decís, que sea bueno, oportuno, constructivo y provechoso para los que os oyen... Que desaparezca de entre vosotros toda agresividad, rencor, ira, indignación, injurias y toda suerte de maldad. Sed más bien bondadosos y compasivos los unos con los otros, y perdonaos mutuamente domo Dios os ha perdonado por medio de Cristo.

Espiritualidad franciscana

“Y guárdense todos los hermanos de calumniar y de enfrentarse a nadie de palabra, sino más bien, esfuércese por guardar silencio, siempre que Dios les dé la gracia. Y no litiguen entre sí ni con otros, sino procuren responder humildemente. Y no aíren, porque todo el que se deja llevar de la ira contra su hermano será condenado en el juicio; el que llame a su hermano ‘imbécil’ será condenado por la asamblea... Y ámense mutuamente, como dice el Señor: ‘Éste es mi mandamiento: que os améis mutuamente, como yo os he amado. Y muestren con obras el amor que mutuamente se tienen, como dice el apóstol: No amemos de palabra y de boca, sino con las obras y de verdad.

Y no hablen mal de nadie; no murmuren ni difamen a otros, porque está escrito: Los murmuradores y difamadores le son odiosos a Dios. Y sean modestos, mostrando una total mansedumbre con todos los hombres; no juzguen, no condenen. Y, como dice el Señor, no se fijen en los más pequeños pecados de los demás, antes, al contario, consideren atentamente los propios pecados” (1R 11).

Oración

D¡Ved qué bueno y agradable es
que los hermanos vivan unidos!
Es como el buen perfume
derramado sobre la cabeza de los sacerdotes,
que baja por su barba
hasta el cuello de su ropaje.
Es como el rocío del monte Hermón,
que cae sobre los montes de Sión.
Allí es donde el Señor envía
la bendición de una larga vida.

Salmo 133

Epílogo de la Carta

“La relación no depende de ti ni de mí, sino del misterio entre nosotros. Es la reciprocidad del movimiento de cada cual que sale de sí mismo hacia el otro.” (Sor Emmanuelle)

Evangelio diario del mes de febrero de 2019

Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes de febrero:

1 Mc 4, 35-41 / 2 Lc 2, 22-40 / 3 Mc 5,1-20 / 4 Mc 5,21-43 / 5 Mc 6,1-6 / 6 Mc 6, 7-13 / 7 Mc 6,14-29 / 8 Mc 6, 30-34 / 9 Mt 5,13-16 / 10 Mc 6, 53-56 / 11 Mc 7, 1-13 / 12 Mc 7, 14 23 / 13 Mc 7, 24-30 / 14 Lc 10, 1-9 / 15 Mc 8, 1-10 / 16 Mt 5, 17-37 / 17 Mc 8, 11-13 / 18 Mc 8,14-21 / 19 Mc 8, 22-26 / 20 Mc 8,27-33 / 21 Mt 16,13-19 / 22 Mc 9, 2-13 / 23 Mt 5, 38-48 / 24 Mc 9, 14-29 / 25 Mc 9, 30-37 / 26 Mt 6, 1-6.16-18 / 27 Lc 9, 22-25 / 28 Mt 9, 14-15 / 29 Lc 5, 27-32

La oración en común de este mes de febrero será el día 27 a las 19:30