Sugerencias

 


Notas:

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Septiembre de 2018  Número 119

Principio 3. Vida cotidiana: Hacia fuera, solidaridad

Uno de los grandes peligros de la espiritualidad es quedarnos mirando al propio ombligo, centrarnos en nosotros en vez de salir de nosotros mismos. Para ello, nada mejor que desapropiarnos de nosotros mismos y buscar a Dios en los necesitados, en los sufrientes, en los machacados... Nada mejor que hacernos samaritanos para encontrarnos con el Dios herido implicado totalmente en nuestra historia.

Tema de reflexión

El desprendimiento

Es curioso el sentido de propiedad que vivimos en nuestra cultura occidental. Casi todo tiene algún propietario: tierras, cosas, inventos, ideas... Más incluso: se llega hasta la apropiación de la persona. Hemos convertido el mundo en propiedad de alguien. Este modo de pensar y vivir convierte todo en objeto de compraventa.

En el camino hemos perdido ciertas maneras de ver y de vivir importantes para una vida auténticamente humana: las cosas comunes, la comunicación de bienes y servicios, la comunión de vida... El afán de apropiación nos deshumaniza, nos vuelve competidores, compradores y vendedores de todo, mercantilizando hasta lo más sagrado. Y nuestra vida se resiente en lo más profundo porque cosificamos y destruimos lo que nunca ha sido de nadie: la vida y todo lo que hay en ella.

Ante esto van apareciendo voces que nos invitan a la desapropiación, a mirar y dejarnos mirar más desde la gratuidad, a acoger todo como don. Lo más maravilloso de lo que somos y vivimos no es logro sino regalo, comenzando por las condiciones básicas para la vida: el aire, la naturaleza, este planeta... Pero los mejores regalos de la vida son las personas, gracias a las cuales somos. En este sentido, estamos asistiendo a una recuperación de la sensibilidad por una vida no basada en la propiedad sino en la solidaridad. Ahí están los movimientos por el decrecimiento, la vida sencilla y austera para vivir mejor (“con menos vives más”), etc. No se propone una vida angelical, comer sin trabajar, dar sin recibir, etc.; no. Es comenzar a vivir poniendo freno al afán de apropiación tan inserto en nuestra cultura occidental. Es dar cabida a otros modos más humanos y proporcionales a la realidad de este planeta y de esta humanidad.

El Evangelio es la mayor proclamación de la gratuidad de la vida. Vivir requiere esfuerzo pero no se convierte en propiedad privada. El que más ha dado gratis, el más desapropiado es Dios mismo que se nos ha dado todo él en Jesús. Y el que más nos hace vivir es Dios mismo que “hace salir el sol sobre buenos y malos...”.

Texto bíblico: 1 Tim 6, 6-11

“La religión es ciertamente de gran provecho, cuando uno se contenta con lo necesario, pues nada hemos traído al mundo y nada podremos llevarnos de él. Hemos de contentarnos con tener alimento y vestido. Los que quieren enriquecerse caen en trampas y tentaciones, y se dejan dominar por muchos deseos insensatos y funestos que hunden a los hombres en la ruina... Por el contrario, tú, hombre de Dios, evita todo esto, practica la justicia, la piedad, la fe, la caridad y la mansedumbre”

Espiritualidad franciscana

Testigos presenciales de esos acontecimientos, dos varones de aquella ciudad, se presentaron humildemente al bienaventurado Francisco. Uno de ellos fue el hermano Bernardo, y el otro, el hermano Pedro. Ambos sencillamente le declararon: «Queremos vivir contigo en adelante y conformar nuestra vida con la tuya. Dinos, pues, lo que hemos de hacer con nuestros bienes». Él se regocijó mucho de su venida y propósito y les respondió con bondad: «Vayamos y pidamos consejo al Señor».

Fueron, pues, a cierta iglesia de la ciudad de Asís, entraron, se arrodillaron y humildemente rezaron. Terminada su oración, pidieron al sacerdote allí presente: «Señor, déjanos ver el evangelio de nuestro Señor Jesucristo».

El sacerdote abrió el libro, pues ellos no sabían todavía manejarlo debidamente. Y en el acto dieron con el texto en que está escrito: Si quieres ser perfecto, ve y vende cuanto tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Al consultarlo otra vez..., toparon con el texto: No toméis nada para el camino. Al oírlo experimentaron inmensa alegría y exclamaron: “¡Ahí está lo que anhelábamos! ¡Ahí está lo que buscábamos!” Y el bienaventurado Francisco agregó: “Esta será nuestra Regla” (AP 10-11).

Oración

Tan pobre que sólo tengo lo que doy
y sólo puedo dar lo que tengo: es decir todo mi ser.


Vivir el aquí y el ahora sin agarrarme al pasado ni anticipar el futuro es vivir en la pobreza de este pequeño instante en el que sólo tengo lo que doy.


No hay nada más mío que lo que soy capaz de ofrecer al otro.


Y sólo puedo ofrecer lo que experimento, lo que soy: lo que Dios quiere regalar al otro por mi medio.


Mi cuerpo es mi presencia aquí y ahora.


Mi libertad es la energía que dirige mi cuerpo al encuentro y servicio de los demás.


El día no se ha hecho para acumular posesivamente riquezas sino para tener la libertad de compartir mi única riqueza: mi vida aquí y ahora.

Epílogo de la Carta

“El desprendimiento es dejar todo para abrazarse a Dios.” (Santa Teresa de Jesús)

Evangelio diario del mes de septiembre de 2018

Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden a cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes de septiembre:

1 Mt 25, 14-30 / 2 Mc 7,1-8.14s.21-23 / 3 Lc 4, 16-30 / 4 Lc 4,31-37 / 5 Lc 4, 38-44 / 6 Lc 5, 1-11 / 7 Lc 5,33-39 / 8 Mt 1,18-23 / 9 Mc 7,31-37 / 10 Lc 6,6-11 / 11 Lc 6, 12-19 / 12 Lc 6, 20-26 / 13 Lc 6, 27-38 / 14 Jn 3, 13-17 / 15 Lc 2, 33-35 / 16 Mc 8, 27-35 / 17 Lc 9,23-26 / 18 Lc 7, 11-17 / 19 Lc 7, 31-35 / 20 Lc 7,36-50 / 21 Mt 9,9-13 / 22 Lc 8, 4-15 / 23 Mc 9,29-36 / 24 Lc 8, 16-18 / 25 Lc 8, 19-21 / 26 Lc 9, 1-6 / 27 Lc 9, 7-9 / 28 Lc 9,18-22 / 29 Jn 1, 47-51 / 30 Mc 9, 38-47

La oración del mes de septiembre será el día 27