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Noviembre de 2022  Número 169

Principio 1. Buscar cada día la relación personalizada con Dios

Queramos o no, tenemos que abordar el momento de la muerte. Ese paso trascendental de nuestra vida marca todo lo vivido. Y todo lo vivido también marca ese paso definitivo.

Tema de reflexión

Morir en paz

Pocas veces somos capaces de acercarnos al misterio de la muerte. En la mayoría de los casos es ella la que se nos acerca, sobre todo en el fallecimiento de alguien cercano; y al final a cada uno de nosotros. Es uno de los misterios más hondos y reales de toda nuestra vida.

Nadie sabe cómo afrontará este trance; tampoco uno elige la manera de morir, por mucho que nos preparemos. A algunas personas se les da terminar la vida sosegadamente; a otras, en cambio, les toca finalizar su andadura vital en medio del dolor, aunque no sea nada deseable. Ciertamente la medicina nos puede ayudar a morir con mayor dignidad, y es de agradecer.

Pero hay una paz a la hora de la muerte que va más allá del sosiego y de la turbación que podamos sentir en la última etapa de la vida. Es la paz de la persona que confía y sabe que está en buenas manos, que muere en abandono de fe. Y esta paz se vive tanto en medio de un final tranquilo como en medio de la angustia. Francisco de Asís se reconcilió con su muerte, antes de morir, llamándola “hermana muerte”. Así, la misma muerte está incorporada a la relación con Dios, porque ella, la muerte, no tiene la última palabra, sino Dios.

Hay mediaciones que a muchas personas les han ayudado, en diversos trances de la vida, a poder encajar lo amenazante y suavizar lo atroz. Uno de estos medios es la oración, el acto de ponernos en manos de otros que sabemos nos escuchan en nuestra situación última. Siguiendo una tradición muy enraizada en nuestro entorno, decimos desde lo más hondo y como nunca antes: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.”

Texto evangélico: Lc 23,33-34.44-47

Cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, crucificaron allí a Jesús y también a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”… Hacia el mediodía las tinieblas cubrieron toda la región hasta las tres de la tarde. El sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por medio. Entonces Jesús lanzó un grito y dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y dicho esto, expiró. El centurión, viendo lo sucedido, alababa a Dios diciendo: “Verdaderamente este hombre era justo”.

Espiritualidad franciscana

Al acercarse a los últimos días…como los hermanos lloraban muy amargamente y se lamentaban inconsolables, ordenó el Padre santo que le trajeran un pan. Lo bendijo y partió y dio a comer un pedacito a cada uno.

Los pocos días que faltaban para su tránsito los empleó en la alabanza, animando a sus amadísimos compañeros a alabar con él a Cristo. Él, a su vez, prorrumpió como pudo en este salmo: Clamé al Señor con mi voz, con mi voz supliqué al Señor… (Sal 141). Invitaba también a todas las creaturas a alabar a Dios, y con unas estrofas que había compuesto anteriormente él las exhortaba a amar a Dios. Aun a la muerte misma, terrible y antipática para todos, exhortaba a la alabanza, y, saliendo con gozo a su encuentro, la invitaba a hospedarse en su casa: “Bienvenida sea —decía— mi hermana muerte”. Y a los hermanos: “Cuando me veáis a punto de expirar, ponedme desnudo sobre la tierra —como me visteis anteayer—, y dejadme yacer así, muerto ya, el tiempo necesario para andar despacio una milla”.

Llegó por fin la hora, y, cumplidos en él todos los misterios de Cristo, voló felizmente a Dios (2Cel 217).

Oración

Y entonces vio la luz. La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
y entendió que la muerte ya no estaba.
Morir solo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.

Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura.

José Luis Martín Descalzo

Epílogo de la Carta

Solo cuando realmente sabemos y entendemos que tenemos un tiempo limitado en la tierra, y que no tenemos manera de saber cuándo se acaba nuestro tiempo, entonces comenzaremos a vivir cada día al máximo, como si fuera el único que tenemos. Elisabeth Kubler-Ross

Evangelio diario del mes de noviembre de 2022

Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes:

1 Mt 5, 1-12  / 2 Jn 14,1-6  / 3 Lc 15, 1-10  / 4 Lc 16, 1-8  / 5 Lc 16,9-15  / 6.Lc 20,27-38  / 7 Lc 17, 1-6  / 8 Lc 17, 7-10  / 9 Jn 2, 13-22  / 10 Lc 17, 20-25  / 11 Lc 17,26-37  / 12 Lc 18, 1-8  / 13 Lc 21, 5-19  / 14 Lc 18, 35-43  / 15 Lc 19, 1-10  / 16 Lc 19, 11-28  / 17 Lc 19, 41-44  / 18 Lc 19, 45-48  / 19 Lc 20, 27-40  / 20 Lc 23, 35-43  / 21 Lc 21, 1-4  / 22 Lc 21, 5-11  / 23 Lc 21, 12-19  / 24 Lc 21, 20-28  / 25 Lc 21, 29-33  / 26 Lc 21,34-36  / 27 Mt 24, 37-44  / 28 Mt 8, 5-11  / 29 Lc 10, 21-24  / 30 Mt 4, 18-22

La oración del mes de noviembre será el día 24