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Noviembre de 2020  Número 145

Principio 1. Vida cotidiana: Hacia fuera, solidaridad

De vez en cuando nos viene bien volver sobre asuntos que creíamos sabidos, vividos, ganados. No es que los hayamos olvidado, ni perdido. Sin embargo, nos hace bien volver a ellos porque ahora estamos en otra fase de la vida, en otro momento; y el mismo tema, como este de la espiritualidad, lo estamos viviendo de modo diverso a como lo vivimos en otra época de nuestra vida. Será la constatación de que vamos avanzando, de que no estamos anclados, atascados.

Tema de reflexión

Despertar al Espíritu

Mucha gente está viviendo una gran necesidad de espiritualidad. Una vida fijada solo en lo material nos queda corta, chata, sin horizonte. No es nuevo este deseo de abrirnos a nuestra dimensión espiritual. Hace ya años que los libros en torno a este tema son de los más solicitados. De hecho, hay infinidad de oferta de espiritualidad, y de todo tipo además.

Más allá de las corrientes socioculturales imperantes, hay momentos en la vida donde se nos da asomarnos a nuevos territorios hasta entonces poco o nada vislumbrados. Hay circunstancias en nuestras biografías que, por situaciones límite de sufrimiento o de gozo o de no se sabe qué, medio barruntamos mundos ignotos hasta entonces. Son dimensiones no materiales, como nuevos pliegues de la existencia nunca imaginados en nuestras vidas concretas.

En cada uno se dan de modo muy peculiar: nacimiento del primer hijo, fallecimiento de alguien muy querido, una depresión, el despertar del amor personal, cambio de época existencial, el vacío producido por el anonimato en medio de la masa social, el aburrimiento de lo mismo de siempre, la admiración por la naturaleza que nos abruma... Todas estas situaciones cuestionan los marcos cerrados sobre la realidad con que funcionamos y nos señalan nuevos horizontes nunca sospechados. Estamos despertando al espíritu. El mundo, tanto material como personal, no sólo es lo que medimos, controlamos y proyectamos, sino más, mucho más.

Además, abrirnos a lo espiritual, al espíritu, es la oportunidad de arriesgarnos a abrirnos al Espíritu, a Dios. Nuestra vida grita, no sabe cómo, con gemidos que no se pueden decir. Muchas veces en silencio, a gritos callados, emerge en nosotros el deseo de Dios, la llamada para que Él se manifiesta en esta vida, en medio de este tiempo que nos toca vivir, a cada uno de nosotros en persona..

Texto bíblico: Jn 3,1-6

Un hombre, llamado Nicodemo, miembro del grupo de los fariseos y principal entre los judíos, se presentó a Jesús de noche y le dijo: “Maestros, sabemos que Dios te ha enviado para enseñarnos; nadie, en efecto, puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios”. Nicodemo repuso: “¿Cómo es posible que un hombre vuelva a nacer siendo viejo? ¿Acaso puede volver a entrar en el seno materno para nacer de nuevo?” Jesús le contestó: “Yo te aseguro que nadie puede entrar en el reino de Dios, si no nace del agua y del Espíritu. Lo que hace del hombres es humano; lo engendrado por el Espíritu, es espiritual”..

Espiritualidad franciscana

Cuando el señor Bernardo distribuía sus bienes a los pobres, estaba presente el bienaventurado Francisco. Vino entonces un sacerdote llamado Silvestre, a quien el bienaventurado Francisco había comprado unas piedras para la reparación de la iglesia de San Damián. Y, observando que todo el dinero se repartía según el consejo del varón de Dios, enardecido por el fuego de la codicia, le dijo: «Francisco, date cuenta de que no me pagaste bien las piedras que me compraste». Oyendo el despreciador de la avaricia la injusta murmuración del sacerdote, se acercó al señor Bernardo y, metiendo la mano en su capa, donde estaba el dinero, con gran fervor de espíritu la sacó llena de monedas y se las dio al sacerdote quejumbroso. Y, sacando por segunda vez la mano repleta de dinero, le dijo: «¿Estáis bien pagado, señor sacerdote?» Y él respondió: «Lo estoy plenamente, hermano». Y, rebosando de alegría, se fue a casa con el dinero.

A los pocos días, el mismo sacerdote, tocado de la gracia de Dios, empezó a reflexionar sobre lo que había hecho el bienaventurado Francisco, y se dijo para sí: «¡Qué hombre tan miserable soy, que, siendo ya anciano, ambiciono y busco las cosas temporales; y él, joven aún, las desprecia y aborrece por amor de Dios! » (TC 30-31).

Oración

Espíritu Santo, eres el alma de mi alma,
te adoro humildemente.
Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame.
Y en cuanto corresponde al plan eterno
Padre Dios revélame tus deseos.
Dame a conocer
lo que el Amor eterno desea en mí.
Dame a conocer lo que debo realizar.
Dame a conocer lo que debo sufrir.
Dame a conocer
lo que con silenciosa modestia y en oración,
debo aceptar,
cargar y soportar.

Sí, Espíritu Santo,
dame a conocer tu voluntad
y la voluntad del Padre.

Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa
que un continuado perpetuo Sí
a los deseos y al querer
del eterno Padre Dios.

(P. José Kentenich)

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Epílogo de la Carta

El espíritu humano avanza de continuo, pero siempre en espiral. (Goethe)

Evangelio diario del mes de noviembre de 2020

Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes de noviembre:

1 Mt 5, 1-12 / 2. Jn 14,1-6 / 3 Lc 14, 15-24 / 4 Lc 14, 25-33 / 5 Lc 15,1-10 / 6 Lc 16, 1-8 / 7 Lc 16,9-15 / 8 Mt 25, 1-13 / 9 Jn 2, 13-22 / 10 Lc 17, 7-10 / 11 Lc 17, 11-19 / 12 Lc 17, 20-25 / 13 Lc 17,26-37 / 14 Lc 18, 1-8 / 15 Mt 25, 14-30 / 16 Lc 18, 35-43 / 17 Lc 19, 1-10 / 18 Lc 19, 11-28 / 19 Lc 19, 41-44 / 20 Lc 19, 45-48 / 21 Lc 20, 27-40 / 22 Mt 25, 31-46 / 23 Lc 21, 1-4 / 24 Lc 21, 5-11 / 25 Lc 21, 12-19 / 26 Lc 21, 20-28 / 27 Lc 21, 29-33 / 28 Lc 21, 34-36 / 29 Mc 13, 33-37 / 30 Mt 4, 18-22

La oración en común de este mes de noviembre será el día 26 a las 19:30