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Junio de 2019  Número 129

Principio 1. Vida cotidiana: Buscar cada día la relación personalizada con Dios.

A Francisco la relación con Dios le abrió un mundo completamente nuevo, como si hubiera descubierto una inmensidad insospechada, una vida a borbotones, una dicha infinita. Por eso, le miramos y nos da envidia. También nosotros quisiéramos gozar de ese tesoro.

Tema de reflexión

Vivencia gozosa de Dios

Jesús, en la última cena les dice a sus discípulos: “Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea pleno” (Jn 15,11).

No sé si hemos aprendido a gozar de Dios, o mejor dicho, no sé si hemos gozado a Dios de tal manera que se nos ha hecho auténtica Vida con mayúsculas.

A Dios lo pensamos mucho, nos hemos vuelto muy cerebrales, queremos saber muchas cosas sobre Él. Incluso tenemos una imagen mucho más positiva que antaño. Pero eso no siempre nos ha llevado a vivirlo así. Hay un salto muy grande de nuestro pensamiento a la relación personal. Es importante pensar bien de Dios, pero mucho más importante es vivirlo.

Como si la imagen positiva surgiera de nuestro pensamiento pero no de la vivencia, de la relación. Con lo cual esa imagen, aunque sea positiva, no afecta a nuestra vida, y seguimos en ella inmersos en nuestros miedos, en nuestros quebraderos de cabeza, en nuestras búsquedas de felicidad. Porque Dios no se ha vuelto para nosotros en fuente de vida, de gozo.

Jesús insiste mucho en esto. Para él es esencial que alejemos nuestros temores, y aprendamos a confiar con auténtica inocencia, como los niños, o como los pecadores y las prostitutas, que sabiéndose sin ningún derecho confían en la misericordia de Dios como el hijo pródigo.

Y a Jesús, cuando comienza a hablar del Padre, le sale la ternura y el gozo por todos los poros. Le da gracias por cómo hace las cosas y se las revela a los pequeños, le pide por cada uno de los suyos, alaba su bondad porque hace llover sobre buenos y malos, se admira de que su Padre trabaja siempre, se confía a Él retirándose continuamente a orar, e incluso en sus momentos más trágicos se pone en sus manos, aunque tenga la sensación de que le ha abandonado.

Es hora de pasar a Dios del pensamiento a la vida, al corazón, a nuestro centro personal. Es hora de descubrir el gozo de la vida con Dios.

Texto evangélico: Lc 1, 39-45

Por aquellos días, María se puso en camino y se fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño empezó a dar saltos en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño empeñó a dar grandes saltos de alegría en mi seno. ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”

Espiritualidad franciscana

A pesar de que el bienaventurado Francisco fue siempre muy duro con su cuerpo, su principal y supremo cuidado fue tener y conservar en todo momento, interior y exteriormente, la alegría que viene del Espíritu del Señor. Decía que, si el siervo de Dios se esforzase en poseer y conservar la alegría interior y exterior que procede de la pureza del corazón, los demonios no podrán hacerle mal alguno; por el contrario, se verán obligados a decir: «Como este siervo de Dios conserva su alegría tanto en la tribulación como en la prosperidad, no podemos hallar entrada alguna para penetrar en él ni nos es posible dañarle».

En cierta ocasión a uno de sus compañeros, al que veía triste y con el semblante sombrío, le dijo: «Pide al Señor que te devuelva, por su misericordia, el gozo de su salvación, porque no es conveniente que un siervo de Dios aparezca ante su hermano u otro cualquiera, agrio y con el semblante acongojado». Y añadió: «Si alguna vez me encontrara yo tentado y abatido, pienso que sería suficiente ver la alegría de mi compañero para pasar de la tentación y abatimiento a la alegría interior y exterior» (cf. LegPer 120).

Oración

He perseguido sueños vanos,
he comprado tesoros vacíos.
He querido aprisionar amores
y he cerrado con llave mi hogar,
para que no me lo invadan.
He vestido las dudas con falsas certezas
y he tratado de matar mis miedos cerrando los ojos,
pero al final vuelvo a estar
desnudo y temblando.

Hasta que, al encontrarte, todo cambia.
Tu evangelio es fuego que me enciende,
llamada, que me pone en camino,
tesoro por el que vendo todo,
y soy tan pobre y tan rico.
Tu palabra despierta la pasión.
Tu vida es lección
que me enseña a vivir,
a querer,
a saltar al vacío.

Contigo, los sueños son posibles,
los tesoros infinitos,
el amor eterno.
La puerta está abierta,
y el hogar repleto,
de momentos
de historias
de encuentros.
La fe arriesga,
y el miedo calla.

Me visto de Ti,
en mi debilidad tu fuerza,
y todo encaja...

(José María R. Olaizola, sj)

Epílogo de la Carta

“Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él.” (Salmo 34)

Evangelio diario del mes de julio de 2019

Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes de julio:

1 Mt 8, 18-22 / 2 Mt 8, 23-27 / 3 Jn 20, 24-29 / 4 Mt 9, 1-8 / 5 Mt 9, 9-13 / 6 Mt 9,14-17 / 7 Lc 10,1-12.17-20 / 8 Mt 9,18-26 / 9 Mt 9, 27-29 / 10 Mt 10,1-7 / 11 Mt 19,27-29 / 12 Mt 10, 16-23 / 13 Mt 10, 24-33 / 14 Lc 10, 25-37 / 15 Mt 10,34-11,1 / 16 Mt 11, 20-24 / 17 Mt 11, 25-27 / 18 Mt 11,28-30 / 19 Mt 12, 1-8 / 20 Mt 12, 14-21 / 21 Lc 10,38-42 / 22 Jn 20,1-2.11-18 / 23 Jn 15,1-8 / 24 Mt 13, 1-9 / 25 Mt 20, 20-28 / 26 Mt 13, 18-23 / 27 Mt 13, 24-30 / 28 Lc 11, 1-13 / 29 Jn 11, 19-27 / 30 Mt 13,36-43 / 31 Lc 9, 18-26

La oración en común de este mes de julio será el día 18 a las 19:30 (el 25 es fiesta)