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Notas:

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Diciembre de 2018  Número 122

Principio 2. Vida cotidiana: Hacia dentro, humildad

Francisco renuncia a su padre porque ha encontrado al Padre que está en los cielos. Clara renuncia al matrimonio porque ha encontrado al Esposo, al más hermoso de los hijos de los hombres.

¿Con quién me he encontrado yo que me haga renunciar a todo lo demás?

Tema de reflexión

Ejercicios de renuncia

¿Nos imaginamos a alguien que propugne la renuncia como camino de felicidad? No tendría muchos seguidores en nuestro mundo del bienestar. Sin embargo, nuestra vida está llena de renuncias. Generalmente las vivimos como fatalidad de nuestra limitación, porque no tenemos más remedio. ¿Quién en su sano juicio hace una renuncia si no es para obtener algo más valioso? Renuncio a la comida para man-tener el cuerpo en forma; dejo de fumar para llevar una vida más saludable; no gasto todo el dinero que podría para asegurarme un poco el futuro. Y sin embargo, la vida nos da y nos quita salud, poder, lugares, bienes...

Podemos vivir las renuncias como fatalidad o desde la libertad. Ciertamente, se da una fase dolorosa por la pérdida de algo que tenía y ya no tengo (salud, físico, habilidades, posiciones, oportunidades...). Pero también es verdad que me es posible vivirlas desde la libertad; no sólo porque no tenga más remedio, sino porque hago un proceso por el que, al final del cual, asumo la pérdida. Es decir, he sufrido la pérdida pero yo no me he hundido con lo perdido. Esto lo podré elaborar si busco humildemente los fondos que me sostienen en la vida más allá de lo perdido. Estos trabajos siempre cuestan de primeras, pero nos ayudan a vivir con mayor libertad que cuando poseíamos lo ahora perdido.

Más incluso. Podría hacer algún que otro ejercicio de renuncia activa de objetos, lugares, sueños... porque, sabiendo que ya no me sirven o no son posibles o no me convienen quizá, aún los vivo como posesión mía. Quizá tenga que hacer un pequeño proceso de cierto duelo, pero así ejerceré mi libertad ante mí mismo. Estaré pasando a una nueva fase de mi vida sin esas realidades que han estado presentes hasta ahora.

La vida misma y Dios en ella, nos llevará por caminos de renuncia y desapropiación. Podemos vivirlos como fatalidad, pero también como caminos de libertad amorosa, donde lo más valioso no es lo que tengo sino a quién amo y por quién soy amado.

Texto evangélico: Mt 19, 27-30

Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo: “Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos espera?” Jesús le contestó: “Os aseguro que vosotros, los que me habéis seguido, cuan-do todo se haga nuevo y el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por mi causa, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Hay muchos primeros que serán últimos y muchos últimos que serán primeros”.

Espiritualidad franciscana

“Vendidos sus bienes y distribuido el producto a los pobres, los hermanos Bernardo y Pedro se vistieron con el mismo hábito del bienaventurado Francisco, y compartieron su forma de vida. No teniendo donde cobijarse, fueron en busca de algún techo. Hallaron una capilla muy pobre, casi abandonada, denominada Santa María de la Porciúncula. Levantaron allí una cabañita, en la cual vivía juntos. A los ocho días se les presentó otro ciudadano de Asís llamado Gil, varón piadoso y recto. Con gran fervor y reverencia se arrodilló ante el bienaventurado Francisco y le pidió se dignase aceptarlo en su compañía. Al oír y ver aquello en bienaventurado Francisco, se puso muy contento y lo recibió con mucho gusto y alegría. Los cuatro sintieron una inmensa satisfacción y gustaron un profundo gozo espiritual... Realmente rebosaban de gozo igual que si hubiesen logrado el más rico de los tesoros” (AP 14-15).

Para Francisco y sus primeros hermanos venderlo todo y dárselo a los pobres, teniendo como único cobijo una pequeña capilla y cómo único techo el vivir juntos el seguimiento a Jesucristo, supone el más rico de los tesoros. Entonces se puede decir: “Señor, Tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción”.

Oración

Tú, Señor, me llamas. Tú, Señor, me dices:
Ven y sígueme, ven y sígueme.
Señor, contigo iré. Señor contigo iré.

Dejaré en la orilla mis redes,
cogeré el arado contigo, Señor;
guardaré mi puesto en tu senda,
sembraré tu palabra en mi pueblo,
y brotará y crecerá.

Dejaré mi hacienda y mis bienes,
donaré a mis hermanos mi tiempo y mi afán.
Por mis obras sabrán que Tú vives;
con mi esfuerzo abriré nuevas sendas
de unidad y fraternidad.

Tú, Señor, me llamas. Tú, Señor, me dices:
Ven y sígueme, ven y sígueme.

Señor, contigo iré. Señor contigo iré.

Epílogo de la Carta

“Donde hay amor, hay necesidad de renuncia.”(Chrystian Costa da Rosa)

Evangelio diario del mes de diciembre de 2018

Las personas que deseen hacer una lectura diaria del Evangelio, según las lecturas que corresponden cada día, tienen a continuación las referencias de todo el mes de diciembre:

1 Lc 21, 34-36 / 2 Lc 21, 25-28.34-36 / 3 Mt 8,5-11 / 4 Lc 10, 21-24 / 5 Mt 15, 29-37 / 6 Mt 7, 21.24-27 / 7 Mt 9, 27-31 / 8 Lc 1, 26-38 / 9 Lc 3, 1-6 / 10 Lc 5,17-26 / 11 Mt 18, 12-14 / 12 Mt 11, 28-30 / 13 Mt 11, 11-15 / 14 Mt 11, 16-19 / 15 Mt 17, 10-13 / 16 Lc 3,10-18 / 17 Mt 1,1-17 / 18 Mt 1, 18-24 / 19 Lc 1, 5-25 / 20 Lc 1, 26-38 / 21 Lc 1, 39-45 / 22 Lc 1, 46-56 / 23 Lc 1, 39-45 / 24 Lc 1, 67-79 / 25 Jn 1, 1-18 / 26 Mt 10, 17-22 / 27Jn 20,2-8 / 28 Mt 2,13-18 / 29 Lc 2, 22-35 / 30 Lc 2, 41-52 / 31 Lc 1,1-18

La oración del mes de diciembre será el día 27